En realidad el amor es una idea bastante misteriosa. Cuando la gente lo siente piensa que sabe qué significa, pero pocos son capaces de expresar con claridad qué es y cómo lo sienten. Parte del problema proviene de la confusión respecto de la palabra, que ha sido demasiado y mal utilizada, por lo que muchos creen que están sintiendo amor cuando en realidad sienten otra cosa.
Algo cierto es que amar no es igual a desear. Desear una cosa es querer poseerla, mientras que el amor nunca es posesivo. El amor no es producto del deseo ni el deseo producto del amor. Están completamente separados, aunque un objeto de deseo puede ser al mismo tiempo un objeto de amor.
Hay tres palabras claves que expresan qué es el amor: comprensión, aceptación y dar. La comprensión puede llevar al amor, pero en sí misma no es amor. Por eso es menos importante que las otras dos. Pero muchas veces se necesita comprender antes de que pueda haber aceptación. Lo desconocido tiene que devenir conocido, para que el miedo que ocasiona pueda ser superado.
Generalmente cuando falta amor es porque está presente el miedo. El miedo es padre del odio, que es rechazo y egoísmo, lo opuesto al amor. Y puede decirse que la ignorancia es la madre del miedo. Cuando se reemplaza la ignorancia por la comprensión, el miedo se disipa y puede entrar el amor.
Pero el amor sólo entrará si es invitado. Es algo activo, y no existe a menos que haya acción por parte del que ama. He mencionado la aceptación, pero no me refiero a la aceptación pasiva, que no es más que indiferencia. Me refiero a la clase de aceptación que abre la puerta y extiende una invitación a entrar. Y cuando el huésped entró, se pone en juego el otro aspecto del amor, que es dar. No dar cosas, sino dar de sí mismo, sin ataduras. Se ama mejor cuando el interés es amar y no cuando se quiere obtener algo a cambio, ni siquiera cuando se trata de complacer a alguien. Porque esta clase de amor es falsa y vacía. Trae poca satisfacción al ser dependiente del antojo de otros. Si tienes un corazón verdaderamente amoroso no te faltará a quien amar. Los atraerás como una brillante flor atrae a las abejas.
Existe un gran secreto para amar a otros y ser amado. Consiste en amarse primero a uno mismo. Porque si no hay agua en la tubería, no podrá salir nada de ella cuando abramos la canilla. A menos que hayas aprendido a aceptarte y a darte, tendrás gran dificultad en hacer lo mismo con otros. Aceptarte significa admitir todas tus cualidades, buenas y malas, y reconocer que este es el material con el que tienes que trabajar, para luego tomar la decisión de seguir adelante y trabajar con eso. La forma amorosa de dar no significa indulgencia, sino cuidado, atención, y hacer el esfuerzo de pulir lo que es bueno y mejorar lo que es malo. Amarse también significa aceptar que uno es merecedor de amor. Muchos piensan que no son merecedores de amor, por las cosas que han hecho o por la forma en que han sido tratados. Esto es un gran error! Como se ha dicho tan bellamente: “Tu eres un hijo del universo, no menos que los árboles y las estrellas: tienes derecho a estar aquí”. Eres merecedor de amor simplemente por el hecho de existir. Nada de lo que hayas hecho, nada de lo que hayas pensado, nada de lo que alguien te haya dicho puede alterar eso. Como los antiguos Hawaianos dijeron tan hermosamente:
He punawai kahe wale ke aloha
El amor es una vertiente que fluye libremente
Es decir, el amor no tiene límites y está disponible para todos.