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Soberanía Personal
Por Serge Kahili King

La cuestión de la soberanía personal es un tema que nos afecta a todos, individuos y sociedades, nos demos cuenta de ello o no. Entender esto puede ayudarnos a interpretar lo que ocurre en nuestro interior y a nuestro alrededor. Incrementar la soberanía puede cambiar radicalmente nuestra existencia.

La palabra “soberano” significa tener suprema autoridad sobre algo o alguien y ser extremadamente poderoso y efectivo. Debido a ello, generalmente se la aplica a los dioses, a la realeza y a los gobiernos. Aludimos a los reyes y a las reinas como soberanos (aún cuando sólo sean reinados figurativos) y hablamos de los derechos soberanos de las naciones y de los estados.

La soberanía personal implica entonces, la autoridad y el poder intrínsecos de una persona para determinar su propia dirección y su destino. Si ello suena sospechosamente a libre albedrío, es porque soberanía personal y libre albedrío son la misma cosa.

Así como soberanía nacional quiere decir tener poder y derecho para tomar decisiones y llevar a cabo acciones de interés nacional, sin ser forzado a ello por otras naciones, de la misma manera, una persona soberana es capaz de elegir sus propias acciones y reacciones, sin ser forzado a ello por otras personas. Dependiendo del grado en que esté presente el libre albedrío en las decisiones, tanto en las personas como en las naciones, es que existe o no soberanía.

Aún cuando la soberanía también implica tener poder y ser efectivo, de ello no se deduce que una vez que uno la tiene puede hacer con ella lo que guste. Ya se trate de una nación o de una persona, debe considerarse también la soberanía de los demás. Por supuesto que tu puedes tratar de disminuir o de destruir la soberanía de otros para obtener lo que quieres, como a veces hacen algunas personas y naciones, pero la experiencia humana muestra que, generalmente, se puede lograr más a través de la cooperación que de la conquista.

No obstante, en última instancia, cada uno tiene tanta soberanía como la que puede demostrar. Tener derechos soberanos y ser soberano no es lo mismo.

La forma de aumentar tu soberanía personal es a través del mayor uso de tu libre albedrío o de tu voluntad. Para hacerlo tienes que decidir por ti mismo qué acciones seguirás y cúales serán tus reacciones en una situación dada, y decidir también cómo vas a interpretar tus acciones y tus reacciones, ya sea que las hayas elegido libremente o no.

Por ejemplo, si trabajas para alguien y te ordenan hacer una tarea displacentera, puedes sentirlo como si hubieras perdido algo de tu libre albedrío. Pero además de recordar que siempre puedes renunciar a ese trabajo, también puedes decidir que no estás trabajando para tu jefe; que estás brindando un servicio compensado, y que puedes decidir hacer la tarea porque así lo eliges y no porque te la ordenaron. El punto es que siempre puedes elegir tus acciones y tus reacciones.

Manténte alerta, sin embargo. La soberanía personal tiene un alto precio. Se lo llama responsabilidad personal. A medida que aumenta el uso de tu libre albedrío, también aumenta tu responsabilidad por tus propias acciones y reacciones. Auméntela lo suficiente y no serás capaz de culpar a tus padres, a tus enemigos, tus amigos, tus amantes o tu cónyugue; a la sociedad, al destino, a Satán o a Dios por nada que tenga que ver con tu experiencia.

Si mucha gente incrementara su responsabilidad personal, sobrevendrían cambios impresionantes en nuestra sociedad. Desaparecerían las relaciones co-dependientes y manipulativas, una incontable cantidad de abogados de pleitos tendrían que encontrar nuevas profesiones, se responsabilizaría a los políticos por sus decisiones; las compañías de seguro tendrían que cambiar muchas de sus cláusulas; gentes de diferentes credos serían más tolerantes entre sí, la humanidad actuaría más desde el amor que desde el miedo... Ahora bien, qué clase de mundo sería ese?

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