Uno de los problemas más desconcertantes que tiene la gente es cómo manejar sus sentimientos. Ya el solo hecho de experimentar algunos es bastante difícil, pero lo que confunde aún más a las personas son las diversas recomendaciones: “permítete sentirlos”, “deja que te lleven a su fuente”, “analízalos”, “exprésalos” y “cámbialos”. No es de extrañarse que algunas de estas recomendaciones parezcan contradecirse. Quizá convenga manejar los sentimientos en términos de “niveles”.
Nivel 1: Tienes un sentimiento ligeramente desagradable que no interfiere realmente con tu trabajo o tus relaciones. Podría tener un sinnúmero de orígenes, desde las tostadas quemadas del desayuno hasta el desborde emocional de otra persona. Cuando es algo por lo que no vale la pena preocuparse, lleva tu atención a otra cosa y se transformará automáticamente. Nivel 2: Tienes un sentimiento más desagradable que sí interfiere con tu trabajo, tus relaciones y tu autoestima. Como primer paso, busca alguna manera de expresarlo sin perturbar tu trabajo ni tus relaciones Si puedes expresarlo a otra persona en forma segura, bien; de lo contrario, hazlo cuando estés solo o en tu imaginación. A menudo este proceso por sí solo transforma el sentimiento en algo más positivo. Si no, sigue con el segundo paso, que es prestar atención a tus pensamientos y a tu entorno (incluidas las personas) cuando surge el sentimiento. De esta manera, puedes aprender a detectar la fuente del sentimiento y tratar con ella. Este paso podría implicar un cambio de ideas u opiniones, a través de técnicas mentales o energéticas, o la modificación de tu entorno (incluso un escritorio atestado de cosas puede ser deprimente). Si puedes trabajar exitosamente con lo que origina el sentimiento, éste cambiará automáticamente. Nivel 3: Tienes un sentimiento desagradable recurrente o constante que interfiere con tu eficacia. Hasta donde sabes, has encontrado la fuente y has intentado lidiar con ella, pero no ha funcionado muy bien. Lo más probable es que el sentimiento esté vinculado a alguna idea habitual que tienes sobre ti mismo o sobre la vida, pero el solo hecho de conocer esa idea no cambiará el sentimiento, como tampoco lo cambiará el solo hecho de decir que quieres cambiarlo. No te voy a engañar; la solución en este nivel requiere esfuerzo. O sea, forzarse conscientemente y con determinación a comportarse diferente y a pensar diferente, aunque no sea lo que uno sienta. En este nivel no te fuerzas a pensar en algo no relacionado (lo cual puede funcionar en los niveles 1 o 2), porque aquí eso sólo resultaría en una represión. Aquí te fuerzas a pensar y a comportarte de una manera directamente opuesta al sentimiento. Conscientemente y a propósito, también generas el sentimiento opuesto. Rompes con el viejo hábito reemplazándolo por uno nuevo, y continúas con el esfuerzo hasta haber terminado la tarea. Aquí tienes una guía simple para un proceso difícil. Yo lo llamo el “Cuádruple golpe anti-MIDE” (MIDE = miedo, infelicidad, duda, estrés): Funciona, pero sólo si lo usas. |