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Manifestar nuestras metas
Por Serge Kahili King

Para comprender cómo podemos manifestar nuestras metas es necesario saber qué es una meta. Para ello, podemos ver lo que ocurre en los deportes. El fútbol es un buen ejemplo. En este juego se apunta a un objetivo[1] al extremo de la cancha. Eso es todo. Pero alcanzar dicho objetivo no es el propósito del juego. El propósito del fútbol es jugar el partido. El gol es un marcador que indica cuán bien se juega y, de acuerdo con las reglas de este deporte, el equipo que hace más goles gana el partido. Pero ganar tampoco es la meta. Es sólo otro tipo de marcador, porque después se juegan otros partidos. Es bueno tener marcadores, porque nos ayudan a guiar nuestra vida y nos dan algo a lo que aspirar.

Tener marcadores o metas no es lo mismo que una resolución, aunque mucha gente confunde una cosa con la otra. Una resolución es una decisión de hacer o no hacer algo, por ejemplo “en el 2013 haré más ejercicio físico”. Una meta es un objetivo al que se apunta, tal como: “mi objetivo es reducir dos centímetros de cintura”.

 Para hacerlo más simple, una resolución es una decisión y una meta es un objetivo. No obstante, las decisiones no hacen que las cosas sucedan y tampoco lo hacen las metas. Para que algo suceda es necesario realizar algún tipo de acción. Accionar a partir de las decisiones nos lleva adelante. Las acciones respecto de las metas nos acercan a ellas.

 Para alcanzar una meta es necesario tener un plan. No es necesario que sea un plan fantástico, pero tienes que tener alguna idea de cómo llegar a tu meta. Un plan consiste simplemente en los pasos que vas a dar para acercarte más y más a la meta.

 La ventaja de los planes es que a veces funcionan. La desventaja de los planes es que a veces no funcionan. Esto confunde a muchas personas que se identifican con un plan. En otras palabras, ellos piensan que si el plan fracasa, ellos han fracasado. Esto es un disparate. La gente no fracasa. La gente renuncia a un plan o deja de aspirar a una meta, pero nunca falla.

 Los jugadores de béisbol pueden tener el objetivo de batear la pelota y para ello, su plan consiste en practicar los bates. Desafortunadamente la mayoría de las veces su plan no funciona. Nosotros decimos que los jugadores de béisbol muy buenos batean “300”. En realidad, eso significa que batean 0.300 o sea, alrededor de un tercio de las veces. Dos tercios de las veces su plan falla y no aciertan a la pelota; sin embargo se los sigue considerando muy buenos. Si cada vez que su plan no funciona ellos se consideraran a sí mismo un fracaso, abandonarían después del primer juego.

 Además de la meta y el plan hay un tercer factor importante para el éxito, que es el propósito. Una vez más, tenemos un área que se presta a la confusión, porque muchas personas piensan que meta es lo mismo que propósito, y no es lo mismo para nada. El propósito es la razón por la que establecemos una meta y hacemos un plan.

 Nadie hace algo sin tener un propósito. El propósito es lo que nos motiva hacia la meta. El motivo no es intelectual, es emocional y se basa en algún beneficio de alcanzarla. A fin de avanzar hacia la meta, ese beneficio tiene que ser más importante para uno, que cualquier otro beneficio que tenga que ver con no moverse hacia la meta. Cuanto más amamos o deseamos algo, más probabilidades tenemos de seguir en movimiento y de tener éxito.

 Por último, algo que quizás te sorprenda. Lo que yo llamo “goaling”, algo así como tener metas y dedicarse a ellas, es más importante que lograr nuestros objetivos. En una historia que conté una vez, dos hermanos se propusieron encontrar un par de árboles mágicos. Buscaron durante muchos años pero nunca alcanzaron su meta principal. Sin embargo, su deseo de encontrarlos, los condujo a lograr muchas otras cosas en el camino. La vida no tiene que ver con lograr metas, tiene que ver con vivirla. Pero establecer metas y movernos hacia ellas es una maravillosa manera de vivir la vida en forma más plena.  Aún cuando alcancemos algunas metas y otras no, el accionar hacia ellas (“goaling”) es más beneficioso de lo que nos podemos imaginar. 


[1] En la versión original en inglés se utiliza la palabra “goal” para referirse a objetivo o meta, con la cual el autor hace un juego de palabras entre “goal” (objetivo) y el “gol” del fútbol.

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