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Oleadas de poder y mordiscos de amor
Por Serge Kahili King
Una de las formas de considerar el comportamiento humano es verlo como motivado por la búsqueda del placer y la evitación del dolor. Desde este punto de vista, existen tres tipos de placer, que buscamos, y tres tipos de dolor, que evitamos siempre que nos sea posible.
Todos experimentamos uno de estos tipos de placer y uno de estos tipos de dolor de la misma manera, por eso no nos detendremos mucho en ellos. Estos son el placer físico de la relajación y el dolor físico de la tensión. Desde nuestra perspectiva estos son la esencia de todos los placeres y dolores. De manera que en este artículo me explayaré un poco más en los otros dos conjuntos.
Los otros dos tipos de placer son: el placer emocional de sentirse eficaz y el placer emocional de sentirse conectado. Los otros dos tipos de dolor son: el dolor emocional de sentirse impotente y el dolor emocional de sentirse aislado. Si bien todos compartimos estos sentimientos, no todos los sentimos de la misma manera.
Las personas se sienten efectivas de diferentes maneras y por diferentes razones y también se sienten conectadas de diferentes maneras y por diferentes motivos. Sentirse efectivo es asociado con sentirse poderoso y sentirse conectado se asocia con sentirse amado. Pero la gente puede complicar mucho estas simples ideas.
Cuanto placer sentimos y qué tipo de comportamiento lo genera depende de dos factores: autoconfianza y autoestima. Para abreviar, los llamaré confianza y estima. Cuanta mayor confianza y mayor estima experimentemos en relación con las diferentes áreas de la vida, más eficaces y más conectados nos sentiremos y, por lo tanto, mayores serán nuestras oportunidades de experimentar placer. Esto incluya las áreas de la salud, la riqueza, las relaciones y el éxito.
Por contraste, cuanta menos confianza y estima tengamos y más reducidas las áreas en las que las sintamos, menores serán las oportunidades de experimentar placer. Sin embargo, el impulso hacia el placer sigue allí. Por ejemplo, podemos tener mucha confianza y estima en el trabajo pero no en el juego, o en el juego pero no en el trabajo.
Ahora inventaré algunos porcentajes, para que todo esto sea más fácil de entender. Nunca he sabido de alguien que haya tenido o que tenga 100% de confianza y de estima en todas las áreas de su vida, así que ignoraremos eso. Y cualquiera con un 75% es tan excepcional que ignoraremos eso también. Eso deja al grupo del 50%, que llamaré 'promedio' y al grupo del 25% que llamaré ' por debajo del promedio”. El grupo con 50% de confianza y de estima en todas las áreas es el más numeroso teniendo en cuenta nuestro propósito.
Cuando experimentamos efectividad en alguna medida, en algún área de la vida, sobreviene una suba repentina de placer que yo llamo 'oleada de poder”. Típicamente, en el grupo del 50%, esto sucede cuando solucionamos un problema, resolvemos un conflicto, terminamos una tarea, alcanzamos un objetivo, ganamos un juego o cuando nos identificamos con otra persona que ha logrado esas cosas, ya sea a través de un libro, la televisión, una película, o un evento competitivo.
Nos pasa, también, cuando adquirimos nuevos conocimientos (el efecto 'Aha!') y cuando compartimos conocimientos con alguien que reacciona de esa manera. El 'subidón' puede ser tan leve que cueste notarlo, como cuando compartimos un chisme; o tan grande que nos hace salvajemente felices, nos produce un estado de gracia o de transformación, como cuando nuestra vida se llena súbitamente de nuevas e inimaginadas posibilidades.
En aquellas áreas de la vida  en donde nuestra confianza y estima no son tan altas, las “oleadas de poder”, pueden surgir cuando criticamos, rompemos las reglas (incluso aquellas que formulamos para nosotros mismos), cuando vemos cómo otros pierden, nos vengamos mezquinamente, forzamos a alguien a hacer algo que no quiere hacer o que no había planeado hacer, o engañamos. En el grupo del 50% estas formas de “olas de poder” tienen un efecto relativamente menor.
En el grupo del 25%, sin embargo, en donde los sentimientos de impotencia y de aislamiento son mucho más intensos, la necesidad de llenarse de poder puede tomar un giro mucho más oscuro. Aquí es donde aparece el vandalismo, el robo, abusos de todo tipo, ataques mortales contra personas inocentes que simbolizan algo percibido como malo o que se encuentran en el camino de la propia rabia, asesinato por encargo,  explotación extrema, etc.
Esto se debe a que cuanto mayor es la sensación de impotencia y de aislamiento, mayor es la necesidad de alimentar los flujos de poder con ira, cosa que distorsiona los medios utilizados para sentirse eficaz. La decisión respecto de qué hacer viene justo después de elegir si se culpará a otros o a sí mismo por los propios sentimientos. En el nivel del 25%, culparse a sí mismo a menudo lleva al suicidio. Culpar a otros lleva a la ira, que frecuentemente daña a los demás. Pero cuando la sensación de aislamiento es mucho más fuerte que el sentimiento de impotencia, surge, por lo general, un modo desapasionado de herir a los demás, el modo que vemos en asesinos y en terroristas.
Cuanto más desconectadas están las personas del amor, la amistad, el compañerismo, la apreciación, o del reconocimiento más miedo sienten. A medida que aumenta el miedo, también aumenta la necesidad de conexión. A veces esto se expresa a través del intento  de sobresalir de alguna manera, o bien de ser diferentes o especiales. En los casos más leves puede involucrar el fanfarroneo, la mentira en relación a los propios logros o a las conexiones personales, el comportarse o vestirse de manera escandalosa, o la realización de alguna hazaña para llamar la atención. Si a esto se le añaden suficientes sentimientos de impotencia, el impulso natural para conectar sufre una transformación y aparece lo que yo llamo 'mordiscos de amor.' Estos son intentos de control disfrazados de expresiones de amor.
Algunos ejemplos son los comportamientos que tienen que ver con los celos. Mucha gente tiene la idea de que los celos son indicadores de amor, cuando no tienen nada que ver con eso. Ya sea que los celos surjan por lo que hace otra persona o se haga algo para provocarlos, los celos indican en realidad un sentimiento de ira impotente y un intento de controlar el comportamiento de otra persona.
En esta misma línea está el demandar a un amigo o a un amante que sea capaz de leer tu mente, y el requerir que otros hagan algo tonto o peligroso para demostrar que te aman. Las relaciones de co-dependencia, donde una de las partes es la necesitada y la otra la dominante, al igual que las relaciones sadomasoquistas, tienen que ver con mordeduras de amor, no con amor.
Los brotes de poder negativos y los mordiscos de amor son muy comunes, y aunque dan breves oleadas de placer personal, su efecto global es que producen más dolor y echan a perder la vida. Para disminuir la necesidad de recurrir a ellos, existen soluciones complejas, costosas y a largo plazo. También existen soluciones cortas, simples, dulces y baratas. Aquí presento algunas de las que nos gustan:
'Bendice el presente': busca lo bueno de las personas, los lugares y las cosas a tu alrededor todos los días y reconócelas. Esto te ayudará a sentirte más conectado/a de una manera saludable.
'Confía en ti mismo': date crédito por haber sido capaz de hacer lo mejor posible en cualquier situación. No necesariamente lo mejor que podrías haber hecho, pero si lo mejor que pudiste hacer en cada momento. Esto te ayudará a aumentar tu autoestima.
'Espera lo mejor': porque esperar lo mejor abre las puertas a nuevas posibilidades, y esperar lo peor las cierra. Esto te ayudará a aumentar tu autoconfianza.
Por supuesto, algunas personas pensarán que esto es demasiado fácil como para que funcione. El hecho es, sin embargo, que cuanto menor sea tu confianza y tu estima, más difícil te resultará hacerlo. Funcionará, pero este proceso requiere que asumas la responsabilidad sobre tu propio comportamiento y tomes la decisión de cambiarlo. Lo siento por eso. Es muy simple y muy difícil, pero la posibilidad de que tengas más placer que dolor en tu vida hace que valga la pena.
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