Edgar Cayce, el psíquico norteamericano más prominente del siglo XX, se sintió reticente a asumir su misión. Le llevó varios años reconocerse como psíquico y solo se aceptó cuando comprobó la veracidad de sus lecturas psíquicas y cómo ellas beneficiaban a los demás.
El ejemplo de Cayce muestra algo muy habitual: la misión del alma se despliega a través de la vida y no suele ser clara desde el comienzo.
Algunos buscadores espirituales esperan que su misión les sea revelada con precisión al inicio de su búsqueda. Creen que una vez conocida, las circunstancias les serán propicias y que, si están alineados con la misión, el éxito y las habilidades necesarias se manifestarán con facilidad. Nada más alejado de lo que podemos observar en la vida.
La misión –como hemos dicho– no siempre resulta clara, las circunstancias no siempre son propicias, el éxito puede pasar desapercibido y las habilidades necesarias para cumplirla no siempre fluyen con naturalidad.
Para sostener lo afirmado, puedo citar algunos ejemplos. El filósofo griego Demóstenes tuvo que vencer grandes dificultades de dicción antes de convertirse en un gran orador. El célebre pintor Vincent Van Gogh no vendió un solo cuadro en su vida. El médico húngaro Ignacio Semmelweis nunca fue reconocido como pionero en la prevención de las infecciones del parto, a pesar de haber salvado a muchas mujeres.
En medio de toda esta incertidumbre, ¿cómo podemos entonces satisfacer los dictados del alma?
Si bien no existe una fórmula y cada persona tiene su propio camino, me gustaría compartir algunas ideas que espero puedan ayudar.
En primer lugar, quiero sugerir que no desesperemos en esta búsqueda. Nuestra misión central se cumplirá, de alguna manera, ya que nuestro espíritu (la Fuerza vital y creadora) se encargará de que así sea. Esta es una de sus funciones, más allá de nuestra consciencia.
En segundo lugar, la misión trasciende lo individual y es nuestra forma personal de contribuir con el Todo. Por diferentes motivos, esa contribución puede pasar inadvertida, pero siempre tiene valor, porque es como un eslabón necesario en alguna cadena.
Asimismo, tal como un argumento puede contarse de diversas maneras, la misión puede ser expresada de diferentes formas. En este sentido, no se trata tanto de un enigma que se descifrará, sino de una vida que se construirá con la materia prima de las circunstancias, el estilo personal y la motivación interna de los anhelos del alma.
Para finalizar, quiero decir que solo podemos caminar la misión paso a paso, de manera que nuestra tarea es elegir y dar un sentido al siguiente paso. El alma nos guía siempre, el susurro de su voz está presente en cada tramo.