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Búsqueda en la Naturaleza:
Quest en Peuma Hue
Eugenia Lerner
Ó
Círculo Chamánico
Quest en inglés significa búsqueda (se pronuncia
kwest) y tiene una
connotación particular, que no está contenida en la palabra "búsqueda".
El sentido es el de una búsqueda comprometida y muchas veces extensa de algo
significativo y valioso para la persona, tal como la misión, los próximos pasos en su camino o en su transformación personal.
El Quest chamánico es una práctica
específica, que se realiza en un momento y lugar determinados y con
un propósito previamente establecido. Es una búsqueda de
comunicación con el mundo espiritual con el fin de obtener
respuestas a preguntas o pedidos, en la que se transita por
experiencias de aprendizaje y transformación.
Peuma Hue: en mapuche quiere decir “lugar de los sueños o lugar de Visión”. Geográficamente es una
estancia ubicada a 25 km. de Bariloche en la cabecera sur del lago
Gutiérrez.
Agradezco a mi entrañable amiga Evelyn que me abrió las puertas de Peuma Hue, su casa.
Era el último día del Quest y me sentía agradecida con
lo vivido en Peuma Hue. Había tenido varias experiencias
transformadoras y obtenido muchas respuestas a preguntas que había
formulado antes y durante el Quest. Ya no esperaba más.
Salí a caminar. Mi idea era cerrar el ciclo y despedirme del lago,
del bosque y de la montaña. De pronto en el fondo de mi ser surgió un
inesperado anhelo. En ese momento sentí que faltaba algo para cerrar
el ciclo: encontrar un objeto en esa última caminata, que
sintetizara todo lo ocurrido en esos días, un símbolo, un elemento
de la naturaleza que pudiera activar la memoria de lo experimentado,
y que a mi regreso a Buenos Aires, me facilitara la conexión con el lugar y
su energía.
Caminé unos pocos metros y a orillas del lago vi un objeto, nada propio del ámbito. Raro encontrar allí una lapicera en medio de la naturaleza. El impulso fue
continuar mi camino pero una voz interior me detuvo. "Levantá el bolígrafo, no es ecológico".
Me reprendí un poco por haber tenido la tentación de pasar de largo,
dejando allí la “basura”.
Seguí caminando y cuando entraba al bosque una duda atravesó
mi mente. ¿Y si ese
objeto tuviera algo que ver con mi búsqueda? Di unos pasos más y de
pronto sentí una fuerte emoción, y con ella la certeza de que el
objeto que había anhelado al inicio de la caminata era éste.
Mi expectativa había sido hallar algo natural, encontré en cambio algo manufacturado. Mi mente la había categorizado como “basura” porque en ese contexto suponía que
era contaminante.
La lapicera se transformó en un regalo, en el objeto significativo anhelado. Mi nuevo objeto de poder.
Una de las intenciones de mi Quest había sido encontrar el siguiente paso en mi camino. El bolígrafo fue la respuesta simbólica a mi
pregunta: escribir. Con esta experiencia me di cuenta, una vez más, de cómo mis juicios,
expectativas y preconceptos pueden apartarme y bloquear muchas cosas. Quizás en
otro momento, con la expectativa de encontrar algo
natural, hubiera desestimado lo que encontré y, en consecuencia,
no hubiera recibido el mensaje.
Antes de volver a Buenos Aires, cerré la experiencia con una pequeña ceremonia de
agradecimiento. Al día siguiente de mi regreso, caminaba por una calle
medianamente transitada cuando vi que se le caía algo a la mujer que iba delante mío. Quedé atónita. Se le había caído una
lapicera. ¿Cuál es la probabilidad estadística de encontrar un día una
lapicera a orillas de un lago y otra, al día siguiente, en la vereda? Una voz interior me dijo: ahora hay que hacer honor al mensaje; escribí esta experiencia.
La segunda lapicera vino acompañada de otra lección.
El Quest no había terminado. Continuaba en Buenos Aires. Entendí que este proceso seguiría abierto, que no tendría fin, porque no estaba supeditado a tiempos, geografías ni contextos. Sigo encontrando lapiceras.
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